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Todos tenemos un saboteador dentro y se llama cerebro

Todos tenemos aspectos de nuestra vida en los que nos gustaría mejorar o cambiar, queremos progresar en el ámbito profesional, personal, en nuestras relaciones. Sin embargo, en más ocasiones de las que nos imaginamos nos saboteamos a nosotros mismos.


Destruimos o abandonamos oportunidades porque mentalmente regresamos al pasado, y de alguna forma encontramos algún motivo o razón para pensar que esa oportunidad no va a salir bien, o que no somos válidos, ni nos la merecemos.


1. Nuestro cerebro no está configurado para que seamos felices


Nuestra primitiva mente, en su intento de protegernos para que no nos hagamos daño, rebusca en el pasado para encontrar malas experiencias. Comienza a utilizar su inagotable fuente de creatividad -de forma negativa, eso sí- para proyectar un futuro resultado catastrófico, para intentar que abandonemos esos proyectos y esos sueños (no vayamos a fracasar y a tener una nueva desilusión…).


Por eso es tan importante comprendernos mejor, conocer estos procesos, saber cuándo y por qué sucede esto, para ser más consciente y darnos cuenta de que es una enorme mentira que nuestro cerebro nos cuenta, y así reconocer a ese mentiroso saboteador que en vez de protegernos, nos roba nuestros sueños y aniquila nuestras ilusiones.


2. La vida constantemente te está dando la oportunidad de superarte


Ya no somos lo que éramos, ahora sabemos más, tenemos más experiencia, y no podemos seguir operando con esos patrones del pasado. No podemos dejar que esas experiencias sigan controlando nuestro presente y condicionándonos el futuro.


Los miedos, nuestras imperfecciones, nuestras dudas, la incertidumbre, la sensación de sentirnos defectuosos o el miedo de no ser suficientes, son algo que en mayor o menor medida todos sentimos. Siento decirte que no tienes la exclusividad, nos pasa a todos, pero eso no es motivo para sentirse menos y dejar que ese saboteador interior que aparece en nuestra vida cada vez que aspiramos a algo más siga robándonos oportunidades y media vida.


Es hora de dejar de vivir desde el pasado, desde viejas experiencias, desde quién éramos. Llega un momento en el que es hora de aparcar la inmadurez emocional del pasado, y salgamos a enfrentarnos de cara con ese saboteador, de frente, valientes, con la determinación de quien ya no tiene nada que perder y todo que ganar.


En verdad no estamos ante peligros reales como nos quiere hacer pensar el saboteador, como nuestra primitiva mente nos hace sentir. Tan solo son pensamientos sostenidos en supuestos resultados y expectativas negativas, no en realidades.


Por eso, cada vez que el saboteador aparece, la vida te está poniendo a prueba, o más bien la vida te está dando la oportunidad de superarte, te pregunta si vas a huir o te vas a enfrentar a esas mentiras.


Esos son los momentos en los que hay que coger la bandera de la dignidad y dar un paso al frente; los momentos en los que esa persona valiente que vive dentro de cada uno de nosotros está esperando la oportunidad de salir y demostrar lo que lleva dentro.


3. Somos dignos y merecedores a pesar de los posibles fracasos


Tan sólo has de saber una cosa: tienes que estar dispuesto y atreverte a fracasar. Si tienes miedo del qué dirán, de la crítica, miedo al fracaso, al rechazo, a la decepción, mejor no empieces porque son los peajes por los que tendrás que pasar. Todos ellos son parientes cercanos del saboteador.


Por eso, ese sueño, eso a la que aspiras, eso que deseas cambiar o lograr, debe ser lo suficientemente importante e ilusionante. O porque ya duele demasiado permanecer dónde estás y realmente quieres salir de ahí, porque estás harto del saboteador.


El miedo al fracaso provoca el fracaso, pero cuando estamos dispuestos a pesar de él, entonces estamos preparados para triunfar, porque es ahí donde el saboteador se pone a llorar y ha perdido todo su poder.


Es la forma de declarar que somos dignos y merecedores a pesar de los posibles fracasos; porque no nos definen los resultados, sino nuestras acciones, nuestra dignidad, nuestro comportamiento, nuestro coraje, nuestra forma de enfrentarnos al destino a pesar de los miedos.






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