top of page
watsapp bco.png
evaluacion-competencias.jpg

. . . . .

Blog

La hiper exigencia está muy relacionada con la baja autoestima

  • Foto del escritor: Bzg
    Bzg
  • hace 3 días
  • 3 Min. de lectura

¿Qué hace que algunas personas tengan una vida interior cordial y apacible, y otras, agónica y dolorosa? ¿Por qué a veces nuestro diálogo interno se convierte en rumiación, exceso de pensamiento, sobre preocupación y negatividad? Y, lo que es más importante, ¿podemos cambiar la forma en la que nos hablamos?


Muchas veces somos nuestro peor enemigo porque hemos interiorizado mensajes negativos, críticas o expectativas externas que no se ajustan a nuestras verdaderas necesidades o capacidades.


Este proceso comienza desde la infancia, cuando empezamos a formar nuestra autoimagen en base, no solo a lo que nos dicen nuestras figuras referentes (padres, profesores o personas importantes), sino también a cómo estas hablan a otras personas y a sí mismas.

Si crecimos en un entorno donde se nos exigía demasiado, donde apenas nos reforzaban de forma positiva o donde se hablaba de forma intolerante y hostil, es probable que hayamos desarrollado un diálogo interno que tienda más a la autocrítica que a la autocompasión. Ese diálogo negativo suele manifestarse en forma de auto sabotaje.


Nos exigimos demasiado, nos culpamos desproporcionadamente por nuestros errores y, en lugar de apoyarnos a nosotros mismos, nos castigamos diciéndonos internamente, y generalmente de forma inconsciente, cosas como «no eres suficiente» o «no te lo mereces». Se genera así un ciclo de autocrítica que va alimentando una baja autoestima y la inseguridad.


Todo esto se debe a que nuestros pensamientos generan patrones en el cerebro. Si repetimos con frecuencia estos mensajes tan duros y críticos, fortalecemos circuitos neuronales asociados a la ansiedad y el miedo, activando la amígdala de forma constante. Con el tiempo, este proceso se vuelve automático y, sin darnos cuenta, nos convertimos en nuestro peor enemigo.


Las personas hiper exigentes suelen tener un estándar de perfección inalcanzable, lo que las lleva a una constante insatisfacción con ellas mismas (y, a menudo, con los demás también). Nunca es suficiente, y por mucho que logren, siempre sienten que deberían haber hecho más y mejor.


Este tipo de pensamiento está muy relacionado con la baja autoestima, porque, en el fondo, la hiper exigencia es una forma de compensar una sensación interna de insuficiencia. A su vez, al no alcanzar nunca las expectativas autoimpuestas, aun se va alimentando más esa sensación de insuficiencia.


Para rebajar esta hiper exigencia, necesitamos empezar a ser más conscientes de nuestros propios pensamientos y expectativas, de nuestros talentos y posibilidades, de nuestras luces y nuestras sombras. Sabiendo qué nos hace bien, en lugar de exigirnos la perfección, debemos aprender a valorar nuestros progresos y acostumbrarnos a celebrar los pequeños logros.


Otro factor de presión es la necesidad de aprobación externa está muy arraigada en la naturaleza humana. Desde una perspectiva evolutiva, dependemos de la aceptación del grupo para sobrevivir, y aunque hoy en día nuestra supervivencia no depende tanto de ello, nuestro cerebro sigue buscando esa validación externa. Esto se refleja en el deseo de ser aceptados, queridos y valorados por quienes nos rodean.

 

Esto no es negativo per se, pero cuando se convierte en un hábito constante o en necesidad ineludible, tiene efectos muy negativos en la salud mental.


Cuando dependemos demasiado de la aprobación externa para definir nuestra valía personal y para tomar decisiones en nuestra vida, se convierte en un problema. Si constantemente buscamos la validación de los demás, perdemos la capacidad de valorarnos a nosotros mismos y podemos perder el foco de lo que nos hace bien, de lo que nos da plenitud.


Algunas de las cosas que ayudan son: practicar la amabilidad con nosotros mismos en momentos difíciles; técnicas de mindfulness, meditación o respiración profunda para reducir los niveles de cortisol; construir vínculos sanos con personas que nos apoyen y nos nutran emocionalmente; y, por supuesto, ahondar en el autoconocimiento para comprender nuestros pensamientos, emociones y comportamientos, y aprender a gestionarlos de manera más sana y eficaz.



 
 
 

コメント


bottom of page